viernes, 26 de junio de 2009

La Muerte Del Rey Del Pop Y La Influencia Del Mundo.


El rey del pop ha muerto. Creo que todo hombre de mi generación, en algún momento de su infancia, intentó con poco éxito dar los famosos pasos de Michael Jackson en su video de Just Beat It. Recuerdo muy bien las escenas que montaba junto a mi tía mientras bailaba y cantaba sus canciones y ella me filmaba con una cámara (que consistía en una mascota doblada y una musaraña con la mano). Si, sin lugar a dudas fue toda una sensación, quizás el artista de mayor reconocimiento mundial hasta la fecha. Todo una estrella, un ídolo… Wait a minute! ¿Acabo de decir ídolo?

Porque será que utilizamos este término para referirnos a cantantes y estrellas del cine que destacan de manera poderosa en el gusto de la gente. Como es que la muerte de una persona tan distante hace que hoy en recónditos lugares del otro lado del mundo personas expresen su pesar con lágrimas en los ojos. Porqué nuestra generación está cada vez más y más influenciada por personas que no representan en lo absoluto los valores de nuestra sociedad Judeo-Cristiana.

La penosa realidad es que es cierto que este tipo de personas se convierten en ídolos. Les adoramos, rendimos ante ellos nuestras ofrendas más valiosas: el tiempo y el afecto. Sí, me apena decir que siento una pequeña especie de nostalgia por la muerte de un pederasta consuetudinario. Es asombrosa la forma en que el sistema de este mundo determina quienes son los modelos. Yo, que me he pasado gran parte de mi vida peleando con la influencia de este sistema en mi vida (¿acaso no es ese el resultado lógico del obrar del Espíritu en mi vida?), que he tenido el privilegio del acceso a educación teológica, que he pasado en bancos de iglesias la mayoría de mis mañanas de domingo, debo admitir que me apena, y en ocasiones me asusta, la fuerza de la influencia del mundo en mi vida.

Creo que el mayor peligro de todo esto es la sutileza con la que dejamos que los valores de esta sociedad permeen nuestra forma de pensar. Alguien dijo que el Diablo nunca es más cruel como cuando es sutil. Vemos la televisión, vamos al cine, miramos los deportes y vemos a estas estrellas que admiramos y llegamos a encariñarnos con ellas sin importar lo desastroso de sus vidas. Valoramos a estas personas sin evaluar su conducta. Aun sabiendo de sus contravalores igual celebramos sus éxitos y lloramos sus fracasos.

No siempre fue así. Hubo momentos en que admirábamos aquellos héroes que representaban los más dignos valores del ser humano. Hubo un tiempo en que sí importaba tu conducta a la hora de ser exaltado al sitial de la admiración pública. Sip, esos héroes también cometían errores, como todo mortal, pero no se destacaban por ellos. Se engrandecían aun más por la forma en que lidiaban con sus flaquezas. Honestamente en un momento de modelos tan deficientes expreso mi deseo por héroes de verdad.

Tengo los míos propios. No son estrellas del Pop. No dan pasos acrobáticos al ritmo de música contagiosa, la mayoría ni siquiera saben bailar. Algunos están en las historias de las Sagradas Escrituras o en los libros de historia eclesiástica otros son desconocidos de casi todo el mundo, pero no para mí. Algunos están muy cerca, otros ni siquiera saben que existo. A todos les admiro por diferentes destrezas, la más especial de ellas su capacidad de buscar y ser encontrados por Dios. Lo que todos tienen en común, y es lo que más me gusta de todos ellos, es que a todos los elegí yo. No me fueron impuestos por los efectos del marketing publicitario.

Sip, puede que sienta un poco de nostalgia al ver las constantes reseñas sobre el rey del pop en los medios de comunicación, pero definitivamente Jackson no está, ni podrá estar jamás, en mi salón de la fama, donde para ingresar el único voto que cuenta es el mío.

jueves, 18 de junio de 2009

Contacto Universitario

El pasado sábado 13 estábamos celebrando la víspera del intento de movimiento independentista liderado por los hoy llamados héroes del 14 de Junio. Estos valientes hermanos dominicanos y de otras nacionalidades arriesgaron sus vidas por lograr la libertad de nuestro país del yugo de la dictadura trujillista. Mientras todos los medios de comunicación del país se centraban en las celebraciones que habrían de producirse al día siguiente como conmemoración de esta gesta, otro movimiento independentista, con personas tan valiente e ideales aun más elevados, se gestaba en la calle Mario García Alvarado del Ensanche Quisqueya. En esta ocasión el movimiento no partió desde las playas de Cuba sino desde el aeropuerto de Buenos Aires, Argentina. El queridísimo hermano Gilberto Contreras estuvo dando un espaldarazo inicial a un movimiento que pretende alcanzar y liberar a la juventud universitaria de la República Dominicana del yugo de la corrupción moral, la desvalorización, de las influencias negativas (que no todas lo son) del Postmodernismo.

Contacto Universitario (CU) es un ministerio que se inicia en nuestra nación con el fin declarado de organizar a los universitarios de nuestras iglesias para alcanzar a sus compañeros en todos los campus universitarios (que desde este pasado sábado pasan a ser nuestros Campos de Batalla). Es mucho el trabajo por hacer y, si eres universitario o estás interesado en ser parte de esto, la invitación a unirte está abierta. Alcanzando a nuestros universitarios alcanzamos al mundo. YES WE CAN!

martes, 21 de abril de 2009

Marcos Lara Lorenzo: Funcionario, Pastor-Apóstol, Corrupto… y ¿representante de una nueva especie de cristiano?

A estas alturas todos ustedes conocen la historia. Una vez más la destacada comunicadora Nuria Piera ha desenmascarado otro de los tantos miles de corruptos de este y todos los gobiernos que hemos tenido; y no solo los gobiernos sino también todas las instituciones  de nuestro país, incluyendo la familia y las iglesias. La realidad es que en este país nada escapa a la corrupción. Somos corruptos por naturaleza. Lo que choca en todo esto es que nosotros, los cristianos nacidos en República Dominicana, no somos de naturaleza dominicana, o, al menos, no deberíamos serlo.

A lo que me refiero es a lo que dice el apóstol Pedro de que hemos venido a ser herederos de la naturaleza divina. El ser humano, tan pronto entrega su vida a Dios, pasa por el evento del Nuevo Nacimiento. Claro, no soy tan ingenuo para pensar, y no es tampoco lo que enseña la Biblia, que el Nuevo Nacimiento implica un cambio repentino y total hacia ese Hombre Perfecto que alcanzaremos en la glorificación.

Lo penoso en todo esto es que cuando observas la cristiandad contemporánea te das cuenta de que estamos tan lejos de alcanzar todo aquello, porque ni siquiera estamos buscándolo. No hay siquiera tal intención de cambio porque hoy escuchamos un mensaje que pretende borrar de la mente del creyente toda intención de alcanzar la perfección moral por medio del sacrificio personal, pues lo que realmente interesa (a la luz de las nuevas corrientes doctrinales) es alcanzar la prosperidad económica.

Muchas de las facciones cristianas de hoy en día no pretenden que este mundo no sea su hogar, como dice el viejo himno, sino, muy por el contrario, su esfuerzo se enfoca en dominar este mundo, en ser la cabeza, y no cola, de un cuerpo (este mundo) que apesta a corrupción y pecado. Hoy el esfuerzo de una gran parte de la cristiandad no se orienta hacia el cielo, su morada celestial, sino hacia la Tierra, pues se autodenominan conquistadores de este mundo en el que todo vendrá a ser de ellos. Lástima que ese “todo” incluya también la ambición y su hija querida e inseparable: La Corrupción.

Y no me refiero solamente a aquellos que lo predican desde los pulpitos televisivos, los de la famosa ecuela de la teología de la prosperidad; pero me refiero también a todos aquellos que, aun dentro de las iglesias de "cristianismo tradicional", estamos empeñados en vivir siguiendo las corrientes de este mundo de tenerlo todo a como de lugar.

Es una consecuencia directa de el enfoque que ha elegido parte de la iglesia cristiana, por eso no he de sorprendernos que sigan surgiendo muchos Marcos Lorenzo por ahí, apóstoles de una prosperidad que, en América Latina, se parece más a la prosperidad de nuestros políticos y empresarios. Una prosperidad que surge del todo vale, todo se puede, el fin justifica los medios, no importa si estos son la explotación espiritual o alcanzar determinados puestos para, en el nombre de dios y de la famosa “bendición”, poder vivir “prosperado y en victoria”.