lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre el Pecado

A continuación comparto con ustedes algunas notas de la clase sobre doctrinas que estoy dando los domingos en escuela dominical. Me parece que podrían ser de edificación.

La definición de pecado por Wayne Grudem

La historia de la raza humana aparece en las Escrituras primariamente como la

historia del hombre en un estado de pecado y rebelión contra Dios y del plan de redención

de Dios para llevar al hombre de regreso a la comunión con él. Por tanto, es

apropiado considerar ahora la naturaleza del pecado que separa al hombre de Dios.

Podemos definir el pecado de la siguiente manera: El pecado es no conformarnos a

la ley moral de Dios en acciones, actitudes o naturaleza. Lo definimos aquí en relación

con Dios y su ley moral. El pecado incluye no solo las acciones individuales tales

como robar o mentir o matar, sino también las actitudes que son contrarias a las actitudes

que Dios requiere de nosotros. Esto lo vemos ya en los Diez Mandamientos,

los cuales no solo prohíben acciones pecaminosas sino también actitudes

erróneas: «No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo,

ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca» (Éx 20:17). Aquí

Dios especifica que el deseo de robar o de cometer adulterio es también pecado

ante sus ojos. El Sermón del Monte también prohíbe actitudes pecaminosas tales

como el enojo (Mt 5:22) y la lujuria (Mt 5:28). Pablo menciona actitudes tales como

los celos, el enojo, el egoísmo (Gá 5:20) como cosas que son las obras de la carne

opuestas a los deseos del Espíritu (Gá 5:20). Por tanto, una vida que agrada a Dios

tiene pureza moral no solo en las acciones, sino también en los deseos del corazón.

De hecho, el más grande de los mandamientos requiere que tenga el corazón lleno

de una actitud de amor a Dios: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con

toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mr 12:30).

La definición de pecado que hemos dado arriba especifica que el pecado es no

conformamos con la ley moral de Dios no solo en acción y actitud, sino también en

nuestra naturaleza moral. Nuestra misma naturaleza, el carácter interno que es la

esencia de quienes somos como personas, también puede ser pecaminosa. Antes

de que Cristo nos redimiera, no solo cometíamos acciones pecaminosas y teníamos

actitudes pecaminosas, sino que éramos pecadores por naturaleza. Por eso

Pablo puede decir que «cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros

» (Ro 5:8), o que anteriormente, «como los demás, éramos por naturaleza objetos

de la ira de Dios» (Ef2:3). Aun cuando está durmiendo, un inconverso, aunque

no esté cometiendo acciones pecaminosas ni cultivando activamente actitudes pecaminosas,

es un «pecador» a los ojos de Dios; todavía tiene una naturaleza de pecado

que no se conforma a la ley moral de Dios.

Es mucho mejor definir el pecado en la manera en que las Escrituras lo hacen, en

relación con la ley moral de Dios y su carácter moral. Juan nos dice que «todo el que

comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley» (1 Jn

3:4). Cuando Pablo busca demostrar la pecaminosidad universal de la humanidad,

apela a la ley de Dios, ya sea la ley escrita que fue dada a los judíos (Ro 2:17-29) o la

ley no escrita que funciona en la conciencia de los gentiles quienes, mediante su

comportamiento, «muestran que llevan escrito en su corazón lo que la ley exige,

como lo atestigua su conciencia» (Ro 2:15). En cada caso su pecaminosidad queda

demostrada por su falta de conformidad con la ley moral de Dios.

Por último, debiéramos notar que esta definición hace hincapié en la seriedad

del pecado. Nos damos cuenta por experiencia que el pecado es perjudicial para

nuestra vida, que nos trae dolor y consecuencias destructivas para nosotros y para

todos los que son afectados por él. Pero definir el pecado como la falta de conformidad

con la ley moral de Dios, es decir que el pecado es algo más que doloroso y

destructivo, que es también malo en el sentido más profundo de la palabra. En un

universo creado por Dios, no se debe aprobar el pecado. El pecado está en directa oposición

a todo lo que es bueno en el carácter de Dios, y así como Dios necesaria y

eternamente se deleita en sí mismo y en todo lo que él es, también necesaria y eternamente

aborrece el pecado. Es, en esencia, la contradicción de la excelencia de su

carácter moral. Contradice su santidad, y tiene que aborrecerlo.

Definición por Richard Niebuhr:

"El pecado es, entonces, la no voluntad del hombre de reconocer que es dependiente y que es criatura de Dios y su esfuerzo de hacer su propia vida independiente y segura" Richard Niebuhr.

Explicación por Jhorman Rivera:

La palabra Pecado en su original griego significa “errar al blanco” como quien tira una flecha y no da en la diana. El pecado es pues todo aquello que no satisface la voluntad de Dios. Todo aquello que queda corto ante las medidas de santidad de Dios (moral, social y espiritualmente).

La naturaleza del hombre antes de conocer a Cristo es caída, este está en la carne por lo que es esclavo del pecado, no tiene ninguna opción ante su amo. Una vez el hombre acepta al Señor, con el nuevo nacimiento en la regeneración, este pasa a ser hombre vivo, hombre espiritual, al ser coheredero con Cristo, es “hecho hijo de Dios” y en su naturaleza ya no manda el pecado, sino que como dice Pablo en Romanos, ha muerto al pecado y vivido para Dios”.

El pecado desaparece entonces en la esfera de lo que llamo espiritual (naturaleza) pero el hombre sigue en la lucha en sus miembros contra el pecado moral y social. Hasta su redención final, cuando venga lo perfecto y su cuerpo también sea totalmente santificado, como ya lo ha sido su alma.