jueves, 28 de agosto de 2008

La iglesia y la globalización.

En estos últimos días he estado muy atento a todo lo que sucede en la campaña electora de Estados Unidos, a tal punto que mi esposa me ha preguntado en varias ocasiones si acaso yo soy “americano” para estar prestando tanta atención a esos asuntos. La respuesta que le he dado (aunque no la ha satisfecho lo suficiente como para dejar de ver Home and Health) la ha introducido en el mundo del análisis político. Le he dicho que en cierta forma, en este nuevo mundo globalizado, todos somos americanos, europeos, chinos (y recientemente rusos y georgianos) pues lo que pasa en cualquier parte de la Aldea Global nos afecta tengamos o no algún conocimiento sobre ello. La realidad es que el mundo se ha puesto pequeño, más pequeño de lo que hubiéramos imaginado. Y la mejor manera de sacar provecho, o al menos de estar preparados para lo que viene, es estar bien informados.

Actualmente estoy enfrascado en lectura de dos libros en inglés que presentan el fenómeno de la globalización desde dos perspectivas diferentes: The world is flat (El mundo es plano) por Milton Friedman y The end of poverty (El fin de la pobreza) por Jeffry Sachs . Estos libros son ambos de autores norteamericanos y ambos apoyan el fenómeno de la globalización. El primero, Friedman, es un destacado columnista del New York Times, y el segundo, Sachs, un reconocido economista norteamericano dedicado al estudio de los temas del desarrollo.

La lectura de estos libros me ha abierto los ojos a una realidad cuyo peso es aplastante. Mientras en nuestro país nos preocupamos por estar constantemente en una puja política partidaria que nos mantiene en el subdesarrollo (cada vez hundiéndonos más en el sub y alejándonos de desarrollo), otras naciones, como la India, China e incluso la paupérrima Bangladesh han estado preparándose todos estos años para afrontar y “aprovechar” este fenómeno.

La educación y la especialización en áreas tecnológicas ha hecho que estas economías crezcan de manera asombrosa y, en un grado menor que el deseado, han estado viendo como su pobreza va disminuyendo.

No soy un capitalista a ultranza (de hecho me situaría de centroizquierda en filosofía política) y tengo mis dudas sobre la conveniencia de la globalización. Realmente difiero del hecho, como lo presentan ambos autores, de que la globalización sea un fenómeno indetenible. Pero aun así creo que se hace necesario que nuestro país avance en ciertos aspectos que serán esenciales si es que queremos que nuestros hijos disfruten de un futuro promisorio.

Como pastor lo que más me interesa es conocer las maneras en las cuales la iglesia, la primera institución humana globalizada, puede afrontar esta situación y ser un instrumento de Dios para bendecir a una nueva generación globalizada. La iglesia del Señor ha sabido adaptarse a todas las situaciones que se han sucedido en el panorama mundial. Fue efectiva en el alcance de los romanos de los primeros siglos; El evangelio fue luz en medio del oscurantismo de la Edad Media; La iglesia del Señor ha alcanzado a millones y millones de hombres y mujeres en nuestra Edad Moderna; todo esto nos asegura que el mismo Señor que ha bendecido a la iglesia a través de los diferentes paradigmas mundiales lo seguirá haciendo a través de la globalizada época postmoderna.

El llamado del Señor de alcanzar a todo el mundo con las Buenas Nuevas nunca ha sido tan pertinente como ahora, una época en la que tenemos a “todo el mundo” en las pantallas de nuestras computadoras. La encarnación del mensaje cristiano se hace más necesaria en estos tiempos del chip y de las www.

Les invito a reflexionar en las distintas maneras en las que la iglesia actual puede afectar al mundo globalizado. Continuaremos con este tema. Por favor, deja tu comentario para así poder dar continuación al diálogo.